sábado, 15 de febrero de 2014

Cracovia 2014





Aprovechamos que este año San Blas cayó en lunes para alargar un poco más el fin de semana e irnos unos días a visitar una de las ciudades más bonitas del este de Europa.
Si ya es una ciudad bonita, añade más esplendor a esta ciudad la nieve por lo que definitivamente y a pesar del frío, creo que fue una gran idea visitarla en febrero.



 Reservamos una apartamento justo al lado de la plaza del mercado, La Fontaine

una buena elección por la situación y por lo bien que estaba el apartamento en el que como en todos los locales de esta ciudad hacía muchísimo calor (no tienen medida con la calefacción en este país).





Nos situamos y salimos a nuestra primera cena, una sopa de cebolla deliciosa a solo unos pasos de nuestro apartamento y dumplings típicos rellenos de carne y otros de queso y almendra que tuvimos que pedir para llevar...imposible comérselo todo, pagamos la novatada de pedir 2 platos, ponen muchísima comida......el precio baratísimo como todas las comidas que hicimos en este viaje.



Salimos a dar nuestro primer paseo y a ilusionarnos con el centro de Cracovia, que a pesar de no estar excesivamente iluminado, ya nos dejó encandilados desde el primer momento.





Nos fuimos a dormir, se había hecho tarde y queríamos aprovechar el sábado para ver tantas cosas como nos fueran posibles.

y el primer desayuno fue en Bonerowsky palace un precioso hotel en el que desayunamos como reyes..
 
Empezamos por el Castillo de Wawel



la vista es majestuosa conforme te vas a cercando





lo primero que te encuentras es la catedral del mismo nombre.




Una cosa curiosa es que en la entrada hay colados unos grandes huesos de animales prehistóricos que según dice la leyenda, mientras cuelguen de la entrada la catedral seguirá en pie.

 enfrente de la catedral una estatua de Juan Pablo II que nació en esta ciudad está presente en casi todos los edificios religiosos.

 SUbimos a ver la campana de Segismundo uno de los reyes de Polonia.

 



Cuando salimos seguimos visitando el castillo con sus edificios y sobre todo sus vistas al Vístula que estaba casi congelado y lleno de cisnes y patos.








A orillas del Vístula está el famoso dragón, cuenta la leyenda que esta ciudad se fundó sobre la cueva del dragón. Todos los días, el malvado dragón dejaba tras de sí un rastro de destrucción a través del campo, matando civiles, saqueando sus casas y devorando su ganado. En muchas versiones de esta historia, el dragón disfrutaba especialmente comiendo chicas jóvenes y solo podía ser apaciguado si los ciudadanos dejaban una chica joven delante de su cueva una vez al mes. El rey desde luego, quiso parar al dragón, pero sus valientes caballeros cayeron ante la llama de su aliento.
Todas las chicas de la ciudad fueron sacrificadas menos una, Wanda, la hija del rey.
En su desesperación el rey prometió la mano de su bella hija en matrimonio a quien lograse derrotar al dragón. Valientes guerreros venidos de lugares cercanos y de los más remotos lucharon por el premio y fracasaron.
Un día, un pobre aprendiz de zapatero llamado Skuba Dratewka aceptó el desafío. Rellenó un cordero con azufre y lo dejó delante la cueva del dragón. El dragón se lo comió y pronto empezó a tener muchísima sed. Se dirigió al río Vístula para aliviar su sed y bebió y bebió.
Pero no había agua suficiente que pudiera calmar su dolorido estómago. Tras inflarse de beber medio Vístula, explotó. Dratewka se casó con la hija del rey, tal y como éste le había prometido y vivieron felices para siempre.



 Así que bajamos del Castillo para dar un paseo por a orillas del río y entretenernos dándole de comer a los patos y cisnes que por cierto son un montón.





 

Y siguiendo el río llegamos al barrio judío, antiguo gueto cuando la ocupación nazi.




Y como hay que amoldarse a los horarios de cierre de los museos nos fuimos directos y sin hacer paradas en los templos a la fábrica de Schindler que hoy alberga un museo que como todos los del tema pone los pelos de punta...






Salimos ya de noche del museo, y como a pesar de la oscuridad no era todavía tarde, intentamos visitar la Farmacia antigua que se encontraba ya cerrada, en frente de esta una plaza con  33 sillas grandes repartidas por el interior de la plaza y 27 sillas pequeñas que rodean el perímetro exterior.
Las sillas representan todo el mobiliario que los judios trasportaban en los numerosos traslados forzosos a los que los nazis obligaban. Destacando siempre las sillas por el número de ellas y que en la mayoria de los casos eran llevadas por los niños.





de la plaza y después de volver a cruzar el puente fuimos basílica del Corpus Cristi que se encuentra en este barrio. Estaba completamente apagada aunque se podía acceder por lo que decidimos volver al día siguiente a verla con las luces encendidas.




Como el resto de basílicas de la ciudad merece de una visita.




Durante la invasión sueca (los polacos fueron invadidos por todo el mundo)  el interior del templo fue saqueado y quedó prácticamente devastado, pero fue restaurado de forma minuciosa y actualmente es uno de los templos barrocos más bonitos del centro de Europa.





 

Aún tuvimos tiempo de ver la sinagoga de Isaac ya que estaban de celebración, por ser sábado, y nos colamos. Nos echó un judío uruguayo con mucha amabilidad, eso sí.



 Y ya de vuelta al centro decidimos entrar en temperatura y tomarnos un vino caliente, tan típico del este de Europa.



  

A día siguiente queríamos empezar el paseo callejeando un poco por el centro, entrando al mercado y luego ir a ver algunas de las sinagogas que habíamos elegido y sobre todo el cementerio judío




El mercado es una maravilla por fuera y también por dentro aunque ahora alberga tiendas de suvenir.




Lo que es ahora el mercado antiguamente era la Lonja de Paños.



Es una plaza con mucha vida y a pesar del frío te puedes encontrar un puesto de flores como una engalanada calesa paseando a un par de turistas.






De esta plaza queda un agrio recuerdo ya que los nazis la usaban para las ejecuciones públicas.






en la plaza una obra de una artista local, Eros Atado, llama la atención al lado de la Torre del Antiguo ayuntamiento







La torre tenía que formar parte del ayuntamiento pero como esté fue destruido quedó sola y de ayuntamiento solo queda el nombre.





Pasamos por la basílica de los dominicos en la que el día anterior habíamos coincidido con un grupo de ellos cantando.





De camino al Barrio Judío nos encontramos de nuevo la Iglesia de San Pedro y San Pablo, pero primero juasto al lado la Iglesa de San Andrés.





Respecto a la Iglesia de San Pedro y San Pablo los Jesuitas gastaron más dinero del esperado en la decoración de la fachada y en las atractivas esculturas de los doce apóstoles colocadas en la verja exterior, por lo que el resto del templo fue construido de un modo más austero utilizando ladrillos.





El interior del templo es mucho menos impresionante que su fachada.




 Y llegamos a la Sinagoga Remun que es la que alberga el antiguo cementerio judío





Curiosa la tradición de llevar una piedra en lugar de flores




Del Cementerio Judío fuimos a la que es sin duda la más espectacular sinagoga en Cracovia, La Sinagoga Tempel.




Fue usada por los nazis como establo, pero esto no pudo con el edificio que después de algunas reconstrucciones hoy es una de las imprescindibles visitas de esta ciudad.



Lo bueno de hacer turismos en estas fechas es que tenemos las sinagogas, basílicas, museos etc para nosotros solos, nada de grupos de turistas siguiendo un paraguas paraguas...un gustazo.




Después,  comida super típica en un restaurante muy tradicional llamado Chata.



Y sin perder tiempo a la Basilíca Santa María, ya que al ser domingo solo abría por la tarde.



Fue construida en 1355 por los vecinos de Cracovia para rivalizar con la Catedral de Wawel, la construcción hecha de ladrillos duró todo el siglo XIV con tres naves y dos torres cuadradas que fueron acabadas en los años 1400 y 1406. La más alta (80 m), acaba con un casco gótico puntiagudo y fue adornada por una corona dorada en el 1666. Lo curioso de esta basílica es qeu cada torre tiene una altura diferente.




Desde la parte superior de esta torre cada hora, cada día del año, un trompetista toca el Hejnał mariacki, una melodía tradicional polaca que además se transmite a mediodía a través de la radio en todo el país.



Esta tradición se hace para conmemorar que en el siglo XIII un trompetista fue asesinado por un disparo en la garganta mientras hacía sonar la alarma antes de que llegara una invasión mongola. Por esto se la conoce como la torre Hejnał. La torre más baja (69 m).




En la misma plaza del Mercado, en medio y como sin venir a cuento, hay una iglesia que es La Iglesia de San Adalberto, o Iglesia de St. Wojciech.




Es una de las iglesias en piedra más antiguas de Polonia. Sus casi mil años de historia antigua se remontan al comienzo de la arquitectura románica polaca de comienzos de la Edad Media.



Seguimos nuestro paseo hasta la zona de las universidades, donde se encuentra el Collegium Maius (Colegio Mayor).






Una de las atracciones más especiales del Collegium Maius es su antiguo reloj localizado en el patio, en el que cada dos horas tiene lugar un peculiar desfile de tallas de madera acompañado por una agradable melodía.



Nosotros no podíamos tener más suerte, ya que llegamos justo cuando el desfile sin haberlo calculado (ya que la verdad es que aunque lo había leído ya no me acordaba de este dato)..



Seguimos paseando por el centro de la ciudad.




Entramos a una iglesia que se encuentra muy cerca de la Basílica de Santa María, sobre todo llama la atención la fachada exterior.





En esta ciudad siempre encuentras un rincón que te llama la atención.





 Era un buen momento para entrar en calor y entramos en el más antiguo café de toda Polonia Jamamichalika, nos tomamos un coctel mientras nos deleitaba un pianista.










Un remate fantástico a la tarde.


  y para terminar el día una sopa dentro del pan.



otra de las partes interesantes de la ciudad es la parte de las murallas donde se encuentra la Barbacana.









Lo que creíamos que era la opera resultó ser un teatro