jueves, 26 de octubre de 2017

Colombia 2017 - Villa Leyva y sus alrededores


Fuimos en coche desde Bogota hasta Villa Leyva. 5h de coche que no se hicieron para nada pesadas.
Era el 7 de agosto, el "Día de la Bandera", cuando los colombianos celebran la Batalla de Boyacá. En la carretera pasamos cientos de militares, policías, tanques etc.
Se ha quedado como tradición, que cuando un conductor pasa por delante de un militar o policía, este le hace una señal con el dedo hacia arriba si más adelante la cosa está controlada, y hacia abajo si más adelante te puedes encontrar problemas. Pese a que la situación ha cambiado esta tradición se mantiene y por suerte nos encontramos solo dedos hacia arriba. 
Nuestro conductor nos contó cómo se vivió la situación en Bogotá. Nos dijo que esta ciudad está llena de centros comerciales ya que no podían salir de la ciudad para divertirse.
Otro colombiano que no está de acuerdo con el tratado de paz, no le parece justo que aquellos que han violado, saqueado y matado ahora estén libres e incluso cobrando una paga.
Pasamos por el puente de Boyacá donde se libró la famosa batalla, pero no paramos ya que estaba el presidente en ese momento liderando las celebraciones y era poco menos que imposible.
La batalla de Boyacá fue en la cual Simon Bolivar liberó Nueva Granada del yugo español y nos mandaron para casita.

Llegamos sobre las 11 de la mañana a Villa Leyva, dejamos las cosas en nuestro hotel, el Hotel Getsemani.  Confortable, tranquilo y personal muy atento. No se puede pedir más.
Y salimos inmediatamente a conocer una de las ciudades más interesantes de Colombia. Villa Leyva
Al principio esta ciudad no se encontraba ni en los mapas, por lo que estuvo muchas décadas sin evolucionar. A demás el pueblo contaba con algunos terrenos cosechables que debido a que casi nunca llovía se llegaron a secar. Entonces los hombres, para poder ganarse la vida, dejaban el pueblo y sus mujeres durante 6 meses al año para poder trabajar en otros lugares y traer algo que echarse a la boca, ¿Qué ocurrió? pues que no habían manos para construir en el pueblo, solo mujeres y niños, por lo que el pueblo durante mucho tiempo no se construyó ni una sola casa. Esto ha ayudado a que el pueblo se conserve tal y como era y haya llegado a nuestros días siendo un núcleo histórico completo. Por supuesto, posteriormente se ha construido, pero ya existían normas reguladoras para que todo nuevo edificio tenga la misma arquitectura.
Tiene la plaza colonial más grande de Colombia. Estos días la ocupaban los niños con sus cometas ya que es tradición en todo el país volarlas por estas fechas.
Nos comimos una bandeja boyacense en el Restaurante Olivo verde y nos recogieron para llevarnos a varios sitios que queríamos visitar de los alrededores.
Nuestra primera parada fue El Infiernito (parque arqueológico Monquirá)
30 grandes columnas de piedra con forma fálica. Aunque nuestra guía Ángela nos explicó que lo de que son formas fálicas es realmente una suposición.
Los restos tiene al menos 2200 años de antigüedad, lo que quiere decir que son anteriores a los muiscas. Y sobre los muiscas nos contaron una leyenda que nos gustó.
Cerca de aquí se encuentra la Laguna Iguaqué. Esta laguna era sagrada para los muiscas ya que de ella surgió la diosa Bachiné con un niño en los brazos, el dios Bochicá.
La diosa esperó a que su hijo creciera lo suficiente para casarse con él y de esta forma engendrar al primer humano. Así que según los muiscas, en esta laguna es donde dio comienzo la humanidad..
Y de allí al Monasterio de Ecce Homo
Este monasterio lo construyó el colonizador Mayorga para su hermana que era monja dominica. Lo construyó con la condición de que el monasterio se dedicará a un cuadro que él había traído de Roma, un Ecce Homo. Actualmente todos los cuadros que hay en el monasterio son réplicas ya que la gente robaba los originales.
Y la siguiente parada fue la Casa terracota. Una casa enteramente construida de barro que ha habido que ir cociendo por partes con paneles de carbón . Ni más ni menos que 16 años lleva construyéndose.
El dueño empezó a construirla con la intención de vivir aquí, pero finalmente debido a la expectación y de que finalmente se ha convertido en una atracción turística, ya que todo el mundo que se entera de su existencia quiere verla, se mudo a visir a una pequeña casa anexa a esta.
Sin duda una maravilla de casa, original y creativa que salvando mucho las distancias nos recuerda un pelín a Gaudí.
Nos volvimos a Villa Leyva a terminar la tarde, bebernos un canelazo y seguir paseando aprovechando la luz.
Pasamos por la calle del silencio. En esta calle se encuentra el Monasterio de las Carmelitas descalzas.
Nos contaron que la calle del silencio no siempre ha tenido este nombre. Esta era la vía de entrada de la ciudad y por lo tanto era la calle con más comercios y vida. Esto no gustaba mucho a las carmelitas ya que había mucho ruido y alboroto a todas horas, así que empezaron a divulgar leyendas sobre brujas y malos espíritus. En poco tiempo la gente empezó a tener miedo de pasar por esta calle en cuanto anochecía y esto propició el cierre de comercios y que esta que era la calle más bulliciosa de la ciudad se convirtiera en lo que es hoy. La calle del Silencio. Nuestra guía nos contaba esta historia y nos decía que incluso hoy en día la gente da un rodeo para no tener que pasar por esta calle.
Vuelta al hotel para un descanso y salida a cenar. Yo no quería dejar pasar un día más sin probar el Aborrajado. Plátano frito con relleno de queso y bocadillo (dulce de guayaba). Buenísimo. Conseguimos que nos lo prepararan aunque tuvieron que ir a buscar los ingredientes. También nos pedimos una mazorcada. En definitiva...cenamos como muiscas.
Un nuevo día en Villa Leiva. Hoy habíamos planeado descubrir otros pueblos y zonas alrededor de Villa Leyva y el primer destino creo que vamos a tardar mucho en olvidarlo (y no por lo bonito que era).
Primera parada Paipa
Llegamos a su plaza principal y vimos que la iglesia estaba cerrada. Así que dimos una vuelta a la manzana buscando alguna entrada al recinto hasta que encontramos la secretaría de la iglesia. Después de esperar que una señora pagase alguna misa por algún familiar pedimos a la amable chica del mostrador si nos podía dejar visitar la iglesia por dentro y para nuestra sorpresa nos dijo que sí. Nos acompañó dentro y nos dejó a nuestro aire.
Terminamos nuestra visita a Paipa dando una vuelta por los alrededores de la plaza. Realmente no tiene mucho más interés esta ciudad.
Nos subimos al coche, giramos 2 calles y tuvimos un accidente con voltereta incluida. De esto me llevo de recuerdo una nariz torcida y de algunas situaciones que, ahora que todo ha pasado, fueron de lo más peculiares e incluso algunas de ellas divertidas.
Acudió muchísima gente a ayudarnos, nos sacaron del coche por el maletero y cuando estuvimos fuera le dieron la vuelta al coche para ponerlo de nuevo en su posición horizontal. Una chica joven nos dijo cuando nos estaban sacando "soy de Bogotá, dadme a mí las cosas de valor que yo os lo guardo", en ese momento estábamos aun en shock y le dimos las cosas, luego nos explicaron que en estos casos acude la gente como moscas, no para ayudar sino para ver que pueden coger.  Esta chica nos guardó las cosas y nos las dio después. No sé si será como nos contaron pero en cuanto salimos del coche la gente se acercaba preocupada e incluso a mí me vino un hombre y me ofreció su casa para poder lavarme la sangre que tenía por toda la cara. Subí y me encontré con 2 señoras en batín que no hacían más que echarse las manos a la cabeza y clamar al cielo. En definitiva...todo el mundo muy amable y con intención de ayuda.
Ambulancia y para el hospital donde nos encontramos a un guardia de tráfico que tampoco olvidaremos. Nos reímos bastante con él y pasamos el rato de espera de pinchazos y radiografías hablando de su pueblo y de Colombia. En definitiva me quedo con la amabilidad de la gente y con que no pasó nada que no pudiéramos solucionar con un día de hospital.
No nos fuimos de Villa Leiva sin visitar el Pantano Vargas
Aquí se enfrentó en batalla Simón Bolívar y el general Barreiro. Bolívar daba la batalla por perdida ante los españoles, pero entonces parecieron 14 jinetes que le dijeron que ellos aún no habían empezado a luchar. Arremetieron contra el ejército español, descalzos y solo con sus lanzas y sus caballos. Ellos en forma de punta y en medio pusieron 300 caballos salvajes. De esta forma pisotearon al ejército español muriendo solo uno de los jinetes.
La siguiente parada fue el Pueblito Boyacense.
Una especie de Pueblo Español de Barcelona, donde se representa la diferente arquitectura de los pueblos de la zona. Como no nos iba a dar tiempo a verlos todos esta fue una estupenda opción para conocerlos.
Última noche en Villa Leyva y cena en el restaurante Gauca con música en directo.
Nos despertamos tempranísimo ya que teníamos que volver a Bogotá para coger un avión y debido al accidente no habíamos podido visitar uno de los pueblos que más nos interesaba. Raquira
Es uno de los pueblos más bonitos de Boyacá debido a la decoración y pintura de sus casas. Llegamos sobre las 5'30 de la mañana, así que paseamos solos por esta ciudad que imagino que a otras horas está plagada de turistas.
Aquí conocimos algo sobre la leyenda del Dorado. Procede de la laguna Guatabita (nos encanta el nombre). El nuevo cacique iba adornado todo de oro, incluso llevaba polvo de oro por la cara y las manos. Se subía a una barca también llena de objetos y adornos de oro y se tiraba a la laguna mientras que desde la orilla los indígenas contemplaban el rito y cómo el sol reflejaba en el oro. Esto lo hacían para devolver a la laguna y a la tierra el oro que a esta pertenecía
Y desde Ráquira coche de nuevo para llegar a El Dorado y coger nuestro avión hacia Armenia.